Se que dije que no iba a colgar relatos aquí, pero este es el último que he escrito y la verdad me gusta bastante. Fue algo raro por que lo escribí para un cuaderno de relatos que nos llego por correo y creo que fue por la magica historia de dicho cuaderno por lo que me sentí inspirada. Es una versión del cuento de la sirenita.
No hablo más, espero que os guste.
La flor del mar
“La vida es una sucesión de verdades a medias”
leí una vez, y no es de extrañar ya que nuestro conocimiento es
escaso,e incluso los grandes genios son incapaces de desentrañar
los misterios del universo.
La lluvia caía como si el tiempo pudiera pararse, gota
a gota en una sincronización sin fin. Era un baile de moléculas
que giraban en el mundo y al compás del mundo, terminando como todo
en un triste final.
Ella caminaba, despacio, acompañando a la lluvia en
cada movimiento, no te sabría decir si lloraba o no ya que es
difícil encontrar la diferencia entre una lagrima y una gota. Las
dos toman la misma dirección, las dos nos empapan y nos hacen
temblar y las dos traen consigo malos tiempos.
Cuando la muchacha piso la arena no pudo más que
suspirar, las pequeñas partículas de minerales abrazaron sus
pequeños y delicados pies dándole la bienvenida. Nunca había
sentido nada así, igual que yo nunca sentiré lo que ella sintió,
ni tu, ya que nadie es igual. Es parte de la magia de estar vivos
aunque ha veces lo lamentemos tanto.
Camino bajo la lluvia alejándose del frió océano,con
cuidado con la inocencia de un niño que acaba de descubrir el mundo.
Termino corriendo y gritando,el viento le arremolinaba su pelo color
carmín, que solo podía venir de un lugar: el mar.
Ella era un pez, ella era las aguas; salvaje y dócil, escurridiza, valiente y confiada y más hermosa que cualquier
amanecer. Había entregado su bien más preciado por volverse humana,
por volverse débil, mentirosa, avariciosa y traicionera, por
volverse simple, capaz de todo eso sí, pero incapaz de amar en su
nueva condición.
Y es que había entregado su corazón al mar por poder
andar, por notar la arena y por sentir el sol en su blanca piel, pero
sobre todo por él.
Humano y como tal imperfecto pero tanto lo había amado
ella, tal era su amor por él, que había arriesgado eso mismo por
encontrarle, y ahora en su pecho crecía una rosa y las espinas la
estaban matando. Ahora ella era humana, mortal. Pero mucho más joven
que su amado.
Ella lo había amado desde su mismo nacimiento y lo
había visto envejecer día a día sin poder tocarlo, sin poder
sentir más que el frió mar que la rodeaba.
Ahora por fin ella era humana, podía encontrarlo y
acompañarlo en el camino a su muerte, porque él ya anciano apenas
podía hacer nada en este mundo.
¿Porque alguien dejaría atrás la inmortalidad?¿Porque
alguien perdería la magia?¿Por que alguien se volvería humana?solo
para cuidar de una persona en su lecho de muerte.
Por amor, el amor es el mas valioso tesoro de los
humanos,y ella lo había ansiado sobre todo, tanto que había llegado
a sentirlo, y ahora lo había perdido.
¿O no?
Porque si no, ¿que hacia ella allí caminando hacia
ninguna parte en busca de un anciano?
Por fin encontró la casa, la lluvia había cesado
dejando tras ella el suave aroma a tierra mojada.
Cuando la joven lo encontró,el no pudo mas que echarse
a llorar.¿La conocía?¿La había amado?
-¿Eres un ángel?
-No
-¿Vienes a por mi?
-Si
-Pensé que nunca vendrías, abrazame entonces y dime
cuan de hermoso es el mar sirena porque a través de tus ojos puedo
verlo.
No se como es no tener corazón y no puedo explicar que
se siente con una flor en lugar de este pero diría que jamás una
flor había amado como aquella.
-¿Como puede amar una rosa?
El viejo la miro desconcertado, pero aun así respondió:
-Una rosa es una flor, una parte de una planta y una
planta es un ser vivo,y todos los seres vivos son capaces de amar
mientras aun quede vida en ellos.
Entonces ella lo supo, aun no había perdido la
capacidad de amar, lo que sentía era cierto y duraría lo que
aquella rosa tardara en marchitarse. Un día, una semana,
pero no más...
Acarició la mejilla del anciano y se recostó junto a
él,noto su cuerpo cálido y el latir de su corazón.
-¿Me amas?dijo ella.
-Nunca ame tanto a alguien. Te amare hasta que me
arrebaten la vida y entonces renaceré como una estrella
¿Una estrella?
-Para vivir eternamente, amándote.
La muchacha rió, había visto crecer ha este hombre de
niño a muchacho y de muchacho a hombre. Ahora en las puertas de la
muerte no se arrepentía de acompañarlo.
-No has de renacer como estrella, renace como
mortal,vive al máximo y ama con todas tus fuerzas porque el amor
infinito no sirve de nada si no tienes con quien compartirlo. Yo lo
se bien.
Permaneció con él hasta su muerte y el día que su
aliento le dejo, el ultimo pétalo de rosa cayo en su interior.
Antes de morir el anciano le susurro al oído.
-El amor, como las rosas se marchita a determinado
tiempo, la planta sigue en pie año tras año esperando el
florecimiento de estas. El amor no es eterno mi dulce niña, pero
como yo haré algún día si es capaz de renacer.
Pasaron meses antes de que la joven comprendiera sus
palabras pero un día, una pequeña yema creció en su interior y de
ella brotaron las dos primeras hojas, dispuestas a quedarse hasta que
su vida mortal le permitiese.
No había perdido la capacidad de amar, se pierde el
amor, pero una planta siempre será capaz de volver a florecer.
Un caluroso saludo desde La tierra de las sombras.
Mia Sundance.