domingo, 24 de junio de 2012

Hoy toca un relato.

Se que dije que no iba a colgar relatos aquí, pero este es el último que he escrito y la verdad me gusta bastante. Fue algo raro por que lo escribí para un cuaderno de relatos que nos llego por correo y creo que fue por la magica historia de dicho cuaderno por lo que me sentí inspirada. Es una versión del cuento de la sirenita.
No hablo más, espero que os guste.

La flor del mar





  


La vida es una sucesión de verdades a medias” leí una vez, y no es de extrañar ya que nuestro conocimiento es escaso,e incluso los grandes genios son incapaces de desentrañar los misterios del universo.


La lluvia caía como si el tiempo pudiera pararse, gota a gota en una sincronización sin fin. Era un baile de moléculas que giraban en el mundo y al compás del mundo, terminando como todo en un triste final.
Ella caminaba, despacio, acompañando a la lluvia en cada movimiento, no te sabría decir si lloraba o no ya que es difícil encontrar la diferencia entre una lagrima y una gota. Las dos toman la misma dirección, las dos nos empapan y nos hacen temblar y las dos traen consigo malos tiempos.
Cuando la muchacha piso la arena no pudo más que suspirar, las pequeñas partículas de minerales abrazaron sus pequeños y delicados pies dándole la bienvenida. Nunca había sentido nada así, igual que yo nunca sentiré lo que ella sintió, ni tu, ya que nadie es igual. Es parte de la magia de estar vivos aunque ha veces lo lamentemos tanto.
Camino bajo la lluvia alejándose del frió océano,con cuidado con la inocencia de un niño que acaba de descubrir el mundo. Termino corriendo y gritando,el viento le arremolinaba su pelo color carmín, que solo podía venir de un lugar: el mar.

Ella era un pez, ella era las aguas; salvaje y dócil, escurridiza, valiente y confiada y más hermosa que cualquier amanecer. Había entregado su bien más preciado por volverse humana, por volverse débil, mentirosa, avariciosa y traicionera, por volverse simple, capaz de todo eso sí, pero incapaz de amar en su nueva condición.

Y es que había entregado su corazón al mar por poder andar, por notar la arena y por sentir el sol en su blanca piel, pero sobre todo por él.

Humano y como tal imperfecto pero tanto lo había amado ella, tal era su amor por él, que había arriesgado eso mismo por encontrarle, y ahora en su pecho crecía una rosa y las espinas la estaban matando. Ahora ella era humana, mortal. Pero mucho más joven que su amado.
Ella lo había amado desde su mismo nacimiento y lo había visto envejecer día a día sin poder tocarlo, sin poder sentir más que el frió mar que la rodeaba.
Ahora por fin ella era humana, podía encontrarlo y acompañarlo en el camino a su muerte, porque él ya anciano apenas podía hacer nada en este mundo.

¿Porque alguien dejaría atrás la inmortalidad?¿Porque alguien perdería la magia?¿Por que alguien se volvería humana?solo para cuidar de una persona en su lecho de muerte.
Por amor, el amor es el mas valioso tesoro de los humanos,y ella lo había ansiado sobre todo, tanto que había llegado a sentirlo, y ahora lo había perdido.
¿O no?
Porque si no, ¿que hacia ella allí caminando hacia ninguna parte en busca de un anciano?

Por fin encontró la casa, la lluvia había cesado dejando tras ella el suave aroma a tierra mojada.
Cuando la joven lo encontró,el no pudo mas que echarse a llorar.¿La conocía?¿La había amado?
-¿Eres un ángel?
-No
-¿Vienes a por mi?
-Si
-Pensé que nunca vendrías, abrazame entonces y dime cuan de hermoso es el mar sirena porque a través de tus ojos puedo verlo.
No se como es no tener corazón y no puedo explicar que se siente con una flor en lugar de este pero diría que jamás una flor había amado como aquella.
-¿Como puede amar una rosa?
El viejo la miro desconcertado, pero aun así respondió:
-Una rosa es una flor, una parte de una planta y una planta es un ser vivo,y todos los seres vivos son capaces de amar mientras aun quede vida en ellos.
Entonces ella lo supo, aun no había perdido la capacidad de amar, lo que sentía era cierto y duraría lo que aquella rosa tardara en marchitarse. Un día, una semana,
pero no más...
Acarició la mejilla del anciano y se recostó junto a él,noto su cuerpo cálido y el latir de su corazón.
-¿Me amas?dijo ella.
-Nunca ame tanto a alguien. Te amare hasta que me arrebaten la vida y entonces renaceré como una estrella
¿Una estrella?
-Para vivir eternamente, amándote.
La muchacha rió, había visto crecer ha este hombre de niño a muchacho y de muchacho a hombre. Ahora en las puertas de la muerte no se arrepentía de acompañarlo.
-No has de renacer como estrella, renace como mortal,vive al máximo y ama con todas tus fuerzas porque el amor infinito no sirve de nada si no tienes con quien compartirlo. Yo lo se bien.


Permaneció con él hasta su muerte y el día que su aliento le dejo, el ultimo pétalo de rosa cayo en su interior.
Antes de morir el anciano le susurro al oído.
-El amor, como las rosas se marchita a determinado tiempo, la planta sigue en pie año tras año esperando el florecimiento de estas. El amor no es eterno mi dulce niña, pero como yo haré algún día si es capaz de renacer.
Pasaron meses antes de que la joven comprendiera sus palabras pero un día, una pequeña yema creció en su interior y de ella brotaron las dos primeras hojas, dispuestas a quedarse hasta que su vida mortal le permitiese.

No había perdido la capacidad de amar, se pierde el amor, pero una planta siempre será capaz de volver a florecer.





Un caluroso saludo desde La tierra de las sombras.

Mia Sundance.

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